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Año Nuevo de los Árboles, ¿cómo nos afecta?

La Luna Llena de Acuario, llamada Tu Bishvat, es un día súper especial para el Reino Vegetal, pues es la ventana en la cual los árboles reciben su energía para todo el año, además de que se determina si crecerán y darán frutos. Si quieres saber cómo aprovechar el Año Nuevo de los Árboles para experimentar una vida sin caos, ¡llegaste al lugar correcto!

Por Bianca Pescador

“Lo más maravilloso acerca de los árboles es que germinan y crecen en contra de la gravedad”, dice Karen Berg en esta reflexión acerca del Año Nuevo de los Árboles.

Cuando leí esto, no pude evitar pensar que también los seres humanos desafiamos la gravedad al crecer. Pero encontré una diferencia abismal.

Los árboles crecen aún en ambientes, contextos y lugares donde “no deberían” porque no hay nada que los nutra o fortalezca. Sin embargo, se abren paso al mundo atravesando y rompiendo desde algodones (¿te acuerdas del clásico experimento del frijolito en primaria?) hasta banquetas, paredes y techos.

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Si según la Kabbalah la gravedad es el deseo de recibir para nosotros mismos, crecer en sentido contrario representaría el deseo de recibir para compartir con los demás. Y esa me parece que es la gran lección de los árboles a los seres humanos: sí es posible vencer ese egoísmo intrínseco de una manera proactiva a fin de nutrir a los demás, y no sólo familiares o amigos, sino al mundo entero.

Y lo que es más: sí es posible para nosotros ser ese elemento lleno de vida, energía y sanación en ambientes tóxicos, nocivos o no aptos. En otras palabras, no importa si no nacimos en la familia ideal, podemos sanar, cuidar y nutrir a otros. No importa si hemos sido traicionados, aislados o menospreciados, podemos dar fruto en otros ambientes.

No importa si nos han cortado las ramas (oportunidades, relaciones, sueños), mientras tengamos las raíces intactas (valores, energía, deseo) podemos renacer cuantas veces queramos.

EL VIENTO Y LOS ÁRBOLES

Me gusta mucho pensar en que los árboles son una representación física de la conexión que existe entre el cielo y la tierra. Basta con ir al bosque para constatarlo: árboles de más de 13 metros con unas raíces fuertes y profundas y una copa ligera, que se flexibiliza dependiendo de las condiciones del clima para no romperse.

No sé si sabías, pero en los años 80, unos científicos realizaron un enorme experimento y crearon un ambiente de vida perfecto: un biodomo. Bajo un gran domo de cristal creció un ecosistema en un ambiente completamente controlado; el agua era purificada y el aire, filtrado. Era una clase de utopía vegetal, cuyo objetivo era observar la interacción entre los humanos y la naturaleza.

Pero ocurrió algo extraño que sorprendió a los científicos.

Cuando los árboles del biodomo llegaban a cierta altura, caían; no entendían porqué esto ocurría a árboles que parecían sanos.

Al final los científicos se dieron cuenta de cuál fue el elemento importante que olvidaron incluir en el ambiente del biodomo artificial: el viento.

La resistencia del viento estimula al sistema de las raíces para que se extienda en lo profundo de la tierra. Con una base fuerte y profunda, los árboles pueden crecer más alto.

La conclusión podría ser entonces no pedir una vida más fácil, sino pedir la capacidad de luchar sin descanso contra los obstáculos y tener las oportunidades para hacerlo, como dice Michael Berg.

Sabiendo esto, me he puesto a pensar. ¿Cuál es el papel del viento en las relaciones de pareja? Y no sólo de pareja, sino en las relaciones de amistad, de trabajo. ¿Preferimos relaciones sin viento que se acaban en un par de meses? ¿O intentamos sobrellevar el viento a fin de afianzar las raíces de esa relación en particular?

· ¿Al primer problema con mi socia decido no hacer más negocios con ella?
· ¿Al primer problema con mi novio decido que “mejor sola que mal acompañada”?
· ¿Al primer problema con una nueva amiga decido que “más vale malo por conocido que bueno por conocer”?

Creo que son preguntas que vale el esfuerzo hacernos, sobre todo porque al permitirnos superar ese viento, permitimos que el sistema de raíces se active y se fortalezca. Pero como vivimos en una sociedad que procura y premia el mínimo esfuerzo, entonces solemos retirarnos y dejar caer ese árbol que quizá pudo haber dado muchos frutos si le hubiéramos dado la oportunidad.

Ojo que tampoco estoy diciendo que tenemos que sobrellevar relaciones feas en donde no hay reciprocidad, respeto, comunicación o amor. ¡Para nada! Simplemente creo que más seguido tendríamos que activar el otro sistema que nos enseñan los árboles, que es el de la restricción, para saber que si me quiero ir, quizá sea mejor quedarme, y que si me quiero quedar, quizá sea más sabio irme.

Como dice el Rav Berg, si privilegiamos el caos externo por sobre nuestra capacidad de mantenernos en paz, viviremos siempre en un ir y venir emocional angustiante y drenante de energía. Pero si elegimos, como los árboles, desafiar el piloto automático de la comodidad y la reactividad, quizá podamos alcanzar grandes alturas, tanto en nuestra relación personal como con los otros.

Fotos tomadas de: https://nuestroclima.com/15-arboles-que-crecieron-en-los-lugares-mas-inverosimiles/

Acerca del autor
𝗠𝗮𝘇𝗮𝘁𝗹𝗲𝗰𝗮 𝗱𝗲 𝗻𝗮𝗰𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼, chilanga de corazón. Después de haber sido editora de sociales, belleza y estilo de vida de las revistas más reconocidas de México, 𝗵𝗼𝘆 𝘀𝗼𝘆 𝗲𝗱𝗶𝘁𝗼𝗿𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗶𝗯𝗿𝗼𝘀, 𝗯𝗹𝗼𝗴𝗴𝗲𝗿 𝘆 𝗽𝗼𝗱𝗰𝗮𝘀𝘁𝗲𝗿 (Entre Brujas y Kabbalah 20/20). Amante del latte, los viajes y los animales, me gusta leer, escribir, bailar, practicar yoga y andar en bici. 𝗗𝗼𝘆 𝗰𝗹𝗮𝘀𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗽𝘆𝘄𝗿𝗶𝘁𝗶𝗻𝗴, 𝗿𝗲𝗱𝗲𝘀 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀, 𝗺𝗮𝗿𝗸𝗲𝘁𝗶𝗻𝗴 𝗱𝗶𝗴𝗶𝘁𝗮𝗹 𝗮𝗻𝗱 𝗲𝘃𝗲𝗿𝘆𝘁𝗵𝗶𝗻𝗴 𝗶𝗻 𝗯𝗲𝘁𝘄𝗲𝗲𝗻. Me declaro fan del hummus, el aguacate y las galletas María. Confieso que muchas veces me caen mejor los perros que las personas, por eso soy voluntaria asociada de la Fundación 𝗟𝗮 𝗦𝗼𝗹𝘂𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗲𝘀 𝗹𝗮 𝗘𝘀𝘁𝗲𝗿𝗶𝗹𝗶𝘇𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻.

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