¡Feliz año!

Justo ayer escribí en Twitter: “estas vacaciones me di cuenta de lo poco que necesito para ser feliz”. En honor a la verdad lo puse porque viví 15 días con 4 pares de zapatos, lo cual según yo sería un total sufrimiento, pero luego yo misma me invité a no ser tan superficial, y me di cuenta que lo único que necesito son relaciones humanas saludables y constructivas que, ¡adivinen!, son la clave de la felicidad, según lo revela un artículo de Harvard.

No estás tú para saberlo ni yo para contarlo pero finalmente hice las pases con una amiga con la cual duré como 4 años “sentida”, por no decir enojada. El sábado fue el bautizo de su hija y no me lo quise perder por nada del mundo, no por el festejo en sí (aunque estuvo muy lindo), sino porque para mí significaba cerrar un capítulo un tanto amargo. ¡No hay nada como vivir en paz con todo el mundo, sin rencores ni resentimientos!

En Mazatlán también me tocó convivir mucho con otras amigas que quiero y adoro porque llevamos muchos años de amistad, ¡muchos!, algo así como 25.

En Culiacán platiqué horas y horas con mi papayo, una de mis personas favoritas del mundo, y la cereza del pastel fue Alex, un perrito que me robó el corazón desde que lo conocí.

Durante este #xmasbreak también me di cuenta de 4 cosas:

1) Los amigos son la familia que nosotros escogemos. Hay familiares que no quieren conectar, a quienes no les interesa crear un vínculo ¡y está bien! Es muy respetable, a fuerza ni los zapatos entran. Digamos que “llevar la misma sangre” no significa que tenemos que ser amigos y confidentes. Si no fluye la relación, pienso que no vale la pena forzarla. La clave, creo, es no resentir la situación, sino aceptarla y fluir con eso.

2) El estudio de Harvard concluye que la soledad es dañina, pero lo es más vivir en un mal matrimonio, lo cual hace aún más cierta la frase: “más vale sola que mal acompañada”, que personalmente uso con frecuencia. La solución kabbalista, en este caso, es compartir, compartir y compartir sin límites. En mi caso decidí compartir esta vacación con Alex y de verdad les digo que fue un gran aprendizaje. Ese doggie me enseñó lecciones dignas de otro post. El punto es que, al final, olvidarse de uno mismo nos hace más felices. Como reza una de mis frases favoritas: “when you take care of others, the Light takes cares of you”.

3) Voy a defender un poco a Tinder. Tras un par de meses en uso, ahora sé que tiene fama de que la gente que baja la app sólo busca un “one-night-stand”. Pero esa no ha sido mi experiencia… No sé si soy muy inocente o si como no vibro con esa idea no es lo que me ha pasado. El punto es que yo he disfrutado mucho esta innovación tecnológica para conocer gente buena e interesante. Sí, hay algunos guapos que te quieren llevar a la cama a la primera, pero basta con decir “no, gracias”; y en mi opinión ha valido la pena tanto date porque en cada uno he aprendido algo, ¡en serio! Sí, quizá no he conocido al Príncipe Azul, ¡pero vale maíz!, la he pasado genial. He tenido conversaciones increíbles con gente que, además de sexo, quiere conectar en otro aspecto. ¡Real! Es más, a eso le dedicaré otro post.

4) Todo pasa por algo. Estas vacaciones fueron las más condicionadas de la historia. En el trabajo, me refiero; si no hacíamos tal o cual cosa, no nos las darían. Finalmente 15 días antes nos avisaron que eran oficiales, pero dime tú, ¿qué buena promoción consigues 15 días antes en temporada alta? Así que una parte de mí estaba enojada, porque pensaba “si nos hubieran dicho en octubre, quizá me hubiera podido ir a Cuba o a Costa Rica, ¡o a Argentina!”. Pero todo pasa por algo. Como no nos avisaron con mucha anticipación, acabé en Mazatlán, ¡y gracias a Dios! Disfruté mi tierra y mi gente como pocas veces. Me tocaron mil eventos, un clima precioso, descansé… No fue nada como me lo había imaginado en mi cabeza, ¡fue mil veces mejor! Y por eso estoy muy agradecida.

Una última reflexión es que a veces la vida no sale como la planeamos. Yo no me imaginé llegar a los 34 soltera con un trabajo como el que tengo… pero es lo que hay. Y ese estudio de Harvard + mi experiencia vacacional me hace revalorar lo que soy, lo que tengo y lo que hago. Aunque creamos que sí, la clave de la felicidad no es el dinero ni la fama, es la paz interior y el amor por los demás. Así que aunque hay momentos en los que quiero sentarme a llorar, al final del día creo que no voy tan mal. De manera que mis propósitos de Año Nuevo se reducen a uno solo: amar cada día más; a Dios, a mí misma y a los demás. Lo demás es lo de menos.

Acerca del autor
𝗠𝗮𝘇𝗮𝘁𝗹𝗲𝗰𝗮 𝗱𝗲 𝗻𝗮𝗰𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼, chilanga de corazón. Después de haber sido editora de sociales, belleza y estilo de vida de las revistas más reconocidas de México, 𝗵𝗼𝘆 𝘀𝗼𝘆 𝗲𝗱𝗶𝘁𝗼𝗿𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗶𝗯𝗿𝗼𝘀, 𝗯𝗹𝗼𝗴𝗴𝗲𝗿 𝘆 𝗽𝗼𝗱𝗰𝗮𝘀𝘁𝗲𝗿 (Entre Brujas y Kabbalah 20/20). Amante del latte, los viajes y los animales, me gusta leer, escribir, bailar, practicar yoga y andar en bici. 𝗗𝗼𝘆 𝗰𝗹𝗮𝘀𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗽𝘆𝘄𝗿𝗶𝘁𝗶𝗻𝗴, 𝗿𝗲𝗱𝗲𝘀 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀, 𝗺𝗮𝗿𝗸𝗲𝘁𝗶𝗻𝗴 𝗱𝗶𝗴𝗶𝘁𝗮𝗹 𝗮𝗻𝗱 𝗲𝘃𝗲𝗿𝘆𝘁𝗵𝗶𝗻𝗴 𝗶𝗻 𝗯𝗲𝘁𝘄𝗲𝗲𝗻. Me declaro fan del hummus, el aguacate y las galletas María. Confieso que muchas veces me caen mejor los perros que las personas, por eso soy voluntaria asociada de la Fundación 𝗟𝗮 𝗦𝗼𝗹𝘂𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗲𝘀 𝗹𝗮 𝗘𝘀𝘁𝗲𝗿𝗶𝗹𝗶𝘇𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻.

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