¿Te ha pasado que descubres algo tan pero tan bueno que no lo quieres compartir con nadie por temor a que “se acabe”? Bueno, así estoy yo con mi descubrimiento de los imanes, pero como estudio Kabbalah, decidí hacer restricción y escribir este post para compartirte las maravillas de este tipo de medicina alternativa.
Llegué con todo tipo de achaques: nariz tapada hasta el cerebro; planta del pie adolorida, al grado de que hasta estar parada en la clase de yoga me dolía; una rodilla que se me trababa y tenía que tronar 50 veces al día… you name it!
Fue Lety Matus (q.e.p.d) quien hace más de un año me pasó el contacto del doctor y abogado Héctor Federico Carranza. Como la decidia es mi amiga (malamente), tengo sólo tres semanas yendo y lo único que puedo pensar es: ¡¡¿por qué no fui antes?!!
Te platico: los imanes curan —agárrate— cualquier tipo de mal, siempre y cuando no sea congénito, o sea si no naciste con él. El doctor trata de todo tipo de patologías: obesidad (cuando es por un mal funcionamiento hepático, renal o tiroideo), cáncer, problemas de respiración, vista, ¡lo que quieras y mandes! Yo, por ejemplo, tengo mal el nervio ciático y los adenoides, además de la vista; uso lentes para ver de lejos. En tres sesiones puedo decirte que no estoy perfecta aún, pero me siento mucho mucho mucho mejor.
¿Cómo funciona? Llegas, “te rastrea” (diagnostica, por así decir) y te coloca los imanes donde cree pertinente. Te quedas acostadita mínimo 45 minutos (pero entre más tiempo, mejor, así que la onda es no ir con prisa) y te dejas querer. Bueno, entre comillas porque honestamente no es la terapia más cómoda. No te puedes mover y de repente duele aquí o da comezón allá, pero todo es parte del show.
El objetivo de los imanes es neutralizar el pH del cuerpo a 7, porque unos órganos —por la razón que sea— se mueven hacia la acidez o la alcalinidad causando lo que conocemos como enfermedades. ¿Cuántas sesiones necesitas para tu mal? Depende qué tan antiguo sea y qué procedimientos te has hecho. Digamos que no es lo mismo atenderte al mes de tener tos que a la semana, y tampoco es lo mismo recuperar la visión al 100% (leíste bien) si ya te operaron a que si no. Cuando has pasado por cirugías previas, la terapia sigue siendo efectiva, pero es más lento el avance. El tip aquí es ir hasta que desaparezca la molestia.
Un detalle que me impresionó es que, si bien los imanes no sirven para bajar de peso por capricho o ideal fantasioso, al nivelar todos los órganos a un pH neutro, el peso se equilibra en su punto ideal. Es decir, si yo tengo que pesar 57 kilos por estructura, genética, etc. para que todo mi cuerpo funcione perfecto, los imanes me ayudan a lograrlo, así que si peso 50, subo, y si peso 70, bajo. ¿Me expliqué?
El biomagnetismo es un tipo de terapia físico que no intoxica, ideal para todo tipo de personas sin importar la edad (literal he visto desde bebés hasta ancianos) ¡y es apto para las embarazadas! Esas pobres que no pueden hacer nada en ese estado, el doctor no sólo lo acepta sino que lo recomienda para tener un parto más amigable (la verdad no me acuerdo de la palabra que usó, pero es la idea) y también para recuperar la figura más rápidamente.
Algo que afecta la eficacia de la terapia son los hábitos de la persona: dónde vive, cómo come, qué toma, si hace ejercicio, si fuma o se droga. Eso estorba mucho porque es como darle señales contradictorias al organismo; es decirle por un lado “alíviate” y por el otro “enférmate”. Por cierto, no puedo enfatizar suficiente lo mucho que me ha dicho el doctor lo malo, pésimo, fatal, espantoso y terrorífico que es el refresco, literal que es veneno. ¡Qué bueno que no me gusta! #fiuf
Si quieres su teléfono (único medio de contacto con él), escríbeme a bianca@missbeauty.mx y con gusto te lo paso. Su consultorio está en el Pedregal. Sobra decir que es un tipazo.