Por Cris Mendoza
¿Qué es esto de ser mujer en siglo XXI? Vaya, que yo, nacida en pleno final de la confundida Generación X, soy un sándwich perfecto entre todo lo que me contaron, escuché (sin que me lo dijeran a mí), me compré, me dije a mí misma y he aprendido en estos 40 años de vida de… sí, ser mujer.
¿Quién nos prepara? ¿Quién nos enseña?
ASÍ MIJITA, ASÍ
De pequeña había que ponerse vestidos y sentarse con las piernas juntas, sacar 10 en la escuela y dar las gracias. Pero también yo quería ya ser grande, ser como esas Muchachitas o hasta la Quinceañera. “Uy, aún me faltan ___ años para ser como ella”. Y como los Beverly Hills 90210. Recuerdo que veía a uno de los personajes, Brenda; todos decían que era la “mala”, pero yo pensaba que en realidad era una víctima… que la tal Kelly era la mala: andaba con el ex de su mejor amiga ¡y estaba bien! Me hacía tanto ruido, la enseñanza era esa… ¿Así que las populares, “bonitas” (porque “güerita desabrida”) no respetan el “sisters before misters”?
¿Ser mujer era pasar por encima de otras? Estaba fregada, yo no quería pasar sobre mis amigas.
No entendía esos conceptos, ¿por qué los galanes de televisión luchaban contra viento y marea por la heroína y yo no veía a ningún hombre de la vida real hacer eso? Pero aún así yo quería ser bonita y popular.
¿Ser mujer era, entonces, ser la sobresaliente y que todos invitan a bailar? Estaba fregada sin un hombre al lado.
Con los años fui creciendo, aprendiendo qué quería yo y qué tenía programado en el chip. Tomé decisiones muy importantes con base en lo que sentía que estaba bien y así me fue muy bien hasta los 22, más o menos. Eso sí, el plan de la adolescencia de casarme a los 24 y tener bebitos a los 26 cambió al entrar a la universidad.
Pero, ¿ser mujer era, entonces, casarse en algún punto de los 20?
Verán, en casa nunca me dijeron –que yo recuerde– que tenía que casarme y tener hijitos para ser feliz. Pero era lo que todo mundo hacía, ¿no? Eso de la ir a la universidad MMC (Mientras Me Caso: término muy noventero para las estudiantes de Comunicación, ya que era algo que hacían mientras encontraban marido) no era ni por un segundo una opción para mí.
¿Ser mujer era no ser profesionista?
FEMINISTA EN ACCIÓN
Después vino la Ciudad de México. Entonces conocí a mujeres mayores que yo y llegó la idea de ser “soltera fantástica que no necesita a ‘ningún cabrón’ para ser feliz”. Aunque yo sí quería enamorarme.
Pero entre una cosa y otra, mis amigas llegaron a influir un montón. Esas reuniones de quejas constantes contra los hombres (que, no hay que negarlo, tienen lo suyito) eran ya demasiadas. ¡Tampoco quiero esto!
¿Ser mujer ahora se trataba de ser súper heroína y no necesitar del amor?
¿Ser mujer era odiar a los hombres?
¡Pero si yo quería enamorarme y tener uno a mi lado!
Ah, y fuchi esas señoras de la Las Lomas que sólo eran amas de casa.
¿Ser mujer era despreciar a las que tenían una vida distinta a la mía? ¡Pero si yo no sabía lo que era ser ellas!
Y me fui de ciudad en ciudad, hasta que llegué al centro de Londres y ahí me reconcilié con cierta parte de Ser Mujer. Me abrieron los ojos: la vida y mis amigas argentinas, polacas, inglesas… Estaba bien ser mujer y tener pechos grandes, ser mujer y ser soltera, ser mujer y sentir miedo, ser mujer y limpiar casas o ir a la oficina. Estaba bien ser mujer y pedir ayuda y llorar y sentirte vulnerable y querer a tu mamá.
Reconciliada con esa parte de mí regresé a mi país y descubrí que seguía sin entender del todo hacia dónde ir, qué era ser mujer en este país en ese momento.
INTEGRACIÓN PASO A PASO
En algún momento vi que estaba dándose un despertar femenino y, entonces, estaba de moda ser mujer. Y tener mucho poder femenino.
¿Ser mujer era estar empoderada?
Entonces me cuestioné y cuestioné a las mujeres a mi alrededor si para ser mujer había que ser madre. Dejen ya el marido, ¡los hijos!
Y pasaron los 30 dándome cuenta que muchas ni se lo cuestionaban, que sólo lo hacían porque era lo que seguía.
¿Ser mujer era dejarse llevar, entonces?
Pero había que pagar las cuentas. Y hacer la compra, pagar los viajes, la renta, limpiar y cocinar.
¿Ser mujer era ser multiusos?
QUÉ AGOTADOR SER MUJER
Porque no sólo haces, sino que a veces te cuestionas… TODO. Y dije ¡al carajo!
Soy mujer y no odio a los hombres y tampoco odio a las otras mujeres. Soy mujer y no tengo hijos ni me casé en mis 20s; trabajo y limpio y pago las cuentas. Y me gusta verme bonita y ser invitada a bailar. Y que me traigan flores y me cedan el paso. Y que me tomen de la mano y me dejen ayudar, pero también dejarme ayudar. Y sentirme agotada y perdida porque no sé qué sigue.
Porque nadie nos lo dijo y la generación X tenemos role models confundidos que nos confunden más. ¿A quién seguir? ¿Por dónde ir? ¿A quién escuchar? ¿Qué respetar y qué mejor ignorar?
Así que yo sigo inventándome como ser humano, y sí, como mujer. Tratando de respetarme cada día más, y por supuesto, de respetar a los y las otrxs. Porque no soy ellxs ni ellxs son yo.
Para mí ser mujer es… ¡increíble! Es ser sensible, amorosa, trabajadora, guerrera (aunque me chooooque este adjetivo), vulnerable, intensa, princesa, reina, sexual, divertida, exploradora, ¡valiente!
Cada una de nosotras vamos definiéndolo a nuestro paso. Con todo eso que las feministas hicieron en antaño y las que siguen haciendo; con las muertes de mujeres, con las etiquetas que nos han puesto, con lo doble que tenemos que trabajar para demostrar, con esas miradas que tenemos que aguantar, con las preguntas inoportunas y la soledad.
Ser mujer es ir descubriéndonos y transformando, evolucionando y sí, también perdonándo-nos. Ser mujer a veces es ser un duro juez.
¿Cómo eres mujer, tú?
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Cris.