Conectando con el yin, la energía femenina de recibir

Conectando con el yin, la energía femenina de recibir

Hace algunos años iba yo en el avión cuando noté que alguien –seguramente el pasajero antes de mí– había dejado una revista. No recuerdo si era Time o Newsweek, pero la empecé a leer porque, sí, soy de esas millenials chapadas a la antigua que todavía gusta de leer en papel. Anyway, hojeándola llegué a un artículo súper interesante.

Se trataba de dos científicos que vivían en África y tenían una hija. Era tal su repele hacia el machismo, que a la niña –desde recién nacida– la mantuvieron alejada de todo aquello rosa, cursi, cute y girly. Incluso se fueron al otro extremo. La vestían de azul, tenía el pelo corto y para jugar sólo le compraban carritos y tráilers, no muñecas.

El artículo narra cómo, una noche, al entrar la madre a la recámara de la niña, ésta le dijo: “Ssshh, no hagas ruido, los tráilers están dormidos”. Los juguetes estaban dulcemente acomodados sobre la cama, tapados, y ella les estaba cuidando el sueño.

La mamá –científica y “feminazi”– se traumó. “¿Cómo puede ser?, ¿Por qué habría de tener esa actitud tan maternal hacia sus juguetes?”, pensó. Esto la llevó a un despertar de todo aquello que conocemos como “energía femenina” y “energía masculina”. Se dio cuenta que no era un choro inventado por la sociedad; que los instintos –femenino y masculino– eran algo real.


Hace un par de años, mi ex novio y yo fuimos a Querétaro a tomar un curso con la coach Éricka Amezcua, que se llamaba “Responsabilizándote por el amor que anhelas”. Nuevamente escuché los términos antes mencionados y fue muy curioso que, para finalizar, a las mujeres nos dieron una clase de movimientos sensuales (por no decir “teiboleros”) y a los hombres se los llevaron a gritar a otro lado. Literalmente a gritar: “Yo puedo”, “Soy fuerte”, “Soy protector”, “Libertad”, etc. Estos ejercicios, según me explicaron, eran para que cada quien conectara con su verdadera esencia.

A mí me confunde cuando escucho que “hombres y mujeres somos iguales” porque siento que le falta el adjetivo “en dignidad”. Somos iguales en dignidad, pero ni física ni emocional ni mentalmente hablando, ¡comprobado por la ciencia! En la Kabbalah se dice que la mujer es la vasija y el hombre es la luz. La mujer recibe y el hombre da. No es que nosotras seamos parásitos que necesitan que alguien nos mantenga; va más allá, es cuestión de energía.

Recientemente le pregunté a mi doctor del inconsciente acerca de esto y me dijo que sí eran ciertas estas fuerzas y que incluso venían de una consciencia ancestral. En la Biblia, al que Dios castigó con “trabajo” es al hombre, ¿no? Mientras que a la mujer le dijo que “iba a parir con dolor”. Y que me digan las mamás si no duele tanto que hasta el cerebro lo bloquea (literal por eso seguimos teniendo hijos, sino ya nadie querría).

 

Hablar sobre energía femenina y masculina me ha metido en un par de problemas, pero creo que es sano reconocerlas para poder conectarnos con nuestra verdadera esencia.

 

La cuestión es que hoy en día este tema es delicado porque, en general, ni a los hombres ni a las mujeres nos gusta que nos digan que “no podemos”. ¿Que no puedo ser ingeniera? Ahí están 15 niñas en la Anáhuac estudiando Ingeniería Industrial (seguimos siendo minoría pero hay quien se atreve). ¿Que no me puede gustar el rosa? Y vemos a hombres súper masculinos luciendo muy guapos con sus camisas rosas. Por eso este tema es tan polémico. Porque cuando le decimos a una chava con mucha energía masculina que sería lindo que usara vestidos, usualmente reacciona a la defensiva. Y no es que quiera ser grosera, es simplemente que está defendiendo su derecho “a usar pantalones”.

 

YING Y YANG EN PERFECTA ARMONÍA

La energía femenina es alegre, expansiva, espontánea, intuitiva, delicada, emocional y creativa, contrario a la masculina, que es más de protección, lógica y razonamiento. A ellos les gusta perseguir, cazar. ¡Les gusta! ¡Lo necesitan! Que conste que no estoy hablando de “jugar” (el famoso dating game que tanta flojera me da), pero sí hay que dejar que nos conquisten, darles el placer de complacernos.

Ahora bien, si tú que me lees coincides conmigo en el tema de las energías, hay tips muy básicos que nos ayudan a conectar con nuestro lado femenino, sobre todo si te desenvuelves en el mundo corporativo, donde hay MUCHA energía masculina, porque tenemos gente a nuestro cargo y no está bien visto mostrar nuestros sentimientos. Ojo que tampoco digo que seamos unas drama-queens en la oficina; el balance siempre será nuestro mejor amigo.

Consejos prácticos para conectar con la energía femenina:

  • Cuidar una planta (si es un animal, aún mejor)
  • Bailar (o cualquier actividad artística)
  • Estar en contacto con la naturaleza
  • Usar vestidos y faldas (pants detox)
  • Pasar una tarde con las amigas
  • Escribir un diario

Esto último lo puedes cambiar por grabar notas de voz, muy al estilo de “Felicity”, el punto no es tanto la escritura como la reflexión. Lo de los vestidos –y tacones– es porque literalmente cuando los usamos nos paramos, nos sentamos y hasta nos sentimos diferente, ¡más femeninas!

Así que chicas, ¡exploremos nuestra feminidad! Vamos a vivirla, gozarla, aprovecharla, disfrutarla… ¡Es increíble ser mujer! ¡Es un privilegio! Te invito a experimentar la vida desde nuestra esencia, seguro la pasamos mejor a que si ocultamos todas nuestras bendiciones con tal de ascender la escalera corporativa o evitar que nos lastimen. Lo que tiene que pasar, pasará. Hay que conectarnos con nosotras mismas y confiar que nuestra verdadera naturaleza es recibir, ¿y quién no quiere tenerlo todo? ¡Estamos listas! Sólo tenemos que creerlo y abrirnos para dejar que el destino, Dios o como le llames a aquello que consideras divino, nos sorprenda.

 

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Acerca del autor
𝗠𝗮𝘇𝗮𝘁𝗹𝗲𝗰𝗮 𝗱𝗲 𝗻𝗮𝗰𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼, chilanga de corazón. Después de haber sido editora de sociales, belleza y estilo de vida de las revistas más reconocidas de México, 𝗵𝗼𝘆 𝘀𝗼𝘆 𝗲𝗱𝗶𝘁𝗼𝗿𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗶𝗯𝗿𝗼𝘀, 𝗯𝗹𝗼𝗴𝗴𝗲𝗿 𝘆 𝗽𝗼𝗱𝗰𝗮𝘀𝘁𝗲𝗿 (Entre Brujas y Kabbalah 20/20). Amante del latte, los viajes y los animales, me gusta leer, escribir, bailar, practicar yoga y andar en bici. 𝗗𝗼𝘆 𝗰𝗹𝗮𝘀𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗽𝘆𝘄𝗿𝗶𝘁𝗶𝗻𝗴, 𝗿𝗲𝗱𝗲𝘀 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀, 𝗺𝗮𝗿𝗸𝗲𝘁𝗶𝗻𝗴 𝗱𝗶𝗴𝗶𝘁𝗮𝗹 𝗮𝗻𝗱 𝗲𝘃𝗲𝗿𝘆𝘁𝗵𝗶𝗻𝗴 𝗶𝗻 𝗯𝗲𝘁𝘄𝗲𝗲𝗻. Me declaro fan del hummus, el aguacate y las galletas María. Confieso que muchas veces me caen mejor los perros que las personas, por eso soy voluntaria asociada de la Fundación 𝗟𝗮 𝗦𝗼𝗹𝘂𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗲𝘀 𝗹𝗮 𝗘𝘀𝘁𝗲𝗿𝗶𝗹𝗶𝘇𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻.

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